Los Piojos en el Kempes: más de tres horas de rock del bueno
Escrito por andres el 12 de mayo de 2025
Volvieron y la rompieron. No hay mucho más misterio. Este sábado, Los Piojos se subieron al escenario montado en el playón del Kempes y entregaron un show descomunal. Más de tres horas de pura música, con una banda que volvió como si nunca se hubiera ido:
afiladísima, sólida y con esa energía que no se consigue entrenando, se lleva puesta.
Desde el primer minuto dejaron claro que no estaban ahí solo para pasear recuerdos. Esto no fue una gira homenaje ni un rejunte para salir del paso. Fue una banda entera, convencida, pisando fuerte y haciéndose cargo de lo que significa su historia. No se trató de
mirar atrás, sino de mostrar que todavía hay camino por delante.
La puesta fue imponente, sin exageraciones. Todo estaba en su lugar: las luces acompañando, las pantallas sumando, el sonido repartido de manera impecable. Pero más allá de lo técnico, lo que mandó fue la actitud. Porque lo que pasó ahí arriba no se arma con recursos, se construye con química, con verdad, con una banda que sabe lo que genera.
Y eso es lo más impactante: la química. Esa conexión entre ellos que sigue intacta, que se nota en cada mirada, en cada gesto, en cada corte que sale exacto. No hubo baches ni momentos tibios. Cada bloque del show fue una patada emocional. Un viaje cargado de
historia, sí, pero también de presente.
Hay algo muy especial en ver a una banda que se siente cómoda consigo misma. Que no está corriendo atrás de modas ni forzando nada. Los Piojos salieron a hacer lo suyo, con esa mezcla única de rock barrial, fiesta intensa y pulso callejero que los convirtió en
leyenda. Y lo hicieron con una soltura que se agradece. Nada de rigidez ni poses. Gente haciendo música con ganas. Y eso, cuando pasa, se nota.
No escatimaron en nada. Fueron más de tres horas que pasaron volando. Un show que no se guardó ni una ficha, que apostó todo en cada tema, en cada arreglo, en cada momento de entrega total.
Los Piojos no regresaron. En realidad, nunca se fueron del todo. Pero ahora están de vuelta en carne y hueso, con los instrumentos en la mano y el fuego bien encendido. Y Córdoba fue testigo de eso: de un show enorme, de una noche que va a quedar dando vueltas en la
cabeza por mucho tiempo.
Porque hay bandas que se apagan y hay otras que, con solo subirse a un escenario, te recuerdan por qué alguna vez todo esto valió la pena.